En el enjambre, de Byung-Chul Han. Por José Luis

Hoy cada uno se explota a sí mismo y se figura que vive en la libertad. Esta lógica de la propia explotación, es mucho más eficiente que la explotación por parte de otro.

Lo que caracteriza la actual constitución social no es la multitud, sino más bien la soledad. Esta constitución está inmersa en una decadencia general de lo común y lo comunitario. Desaparece la solidaridad. La privatización se impone hasta en el alma. La erosión de lo comunitario hace cada vez menos probable una acción común.

La radio es un medio uni dirección al. No hay interacción. Los receptores del mensaje son condenados a la pasividad. La red es todo lo contrario. En la red somos emisores y  activos, consumidores y productores a la vez.

Así, los periodistas, estos hacedores de opinión, parecen superfluos y anacrónicos.

Pero el lenguaje y la cultura se vuelven superficiales  y vulgares. (se quita el filtro de un buen editor o la sapiencia de un buen periodista) Si todo se hace público sin mediación alguna, la política ineludiblemente pierde aliento, actúa a corto plazo y se diluye en pura charlatanería.

Los nuevos medios de comunicación son admirables, pero producen un ruido enorme. La comunicación digital destruye el silencio.

El medio digital despoja la comunicación de su carácter táctil y corporal. Se evita todo contacto con las personas y con lo real en general.

La comunicación digital es pobre de mirada. Ya no existe la asimetría de la mirada, nos aleja cada vez más del otro.

Las imágenes, que representan una realidad optimizada En cuanto reproducciones, aniquilan precisamente el originario valor icónico de la imagen.

Hoy estamos libres de las máquinas de la era industrial que nos esclavizaban y explotaban, pero los aparatos digitales traen una nueva coacción, una nueva esclavitud. Nos explotan de manera más eficiente por cuanto, en virtud de su movilidad, transforman todo lugar en un puesto de trabajo y todo tiempo en tiempo de trabajo.

La libertad de la movilidad se trueca en la coacción fatal de tener que trabajar en todas partes. Antes, con los puestos de trabajo fijos, estaba delimitado el lugar y el tiempo de estancia en el lugar de trabajo. Hoy, cada uno lleva consigo de aquí para allá el puesto de trabajo como un campamento. Ya no podemos escapar del trabajo.

Y de los teléfonos digitales, que prometían más libertad, sale una coacción fatal: la coacción de la comunicación.

La comunicación digital hace que se deteriore fuertemente la comunidad, el nosotros. Destruye el espacio público y agudiza el aislamiento del hombre.

A Kafka ya se le presentaba la carta como un medio de comunicación inhumano. Pensaba que la carta había traído al mundo una terrible perturbación de las almas. La carta cultiva el contacto con los espíritus. Los besos escritos no llegan a su destino. Los fantasmas los cogen y se los tragan por el camino. La comunicación postal proporciona tan sólo alimento para fantasmas. Y después de la carta vino el teléfono y la telegrafía. Kafka saca la conclusión: “Los fantasmas no se morirán de hambre y nosotros en cambio pereceremos”.

El IFS, el cansancio de la información, es la enfermedad psíquica que se produce por un exceso de información. Hoy todos estamos afectados por el IFS (Síndrome por la Fatiga por la Información) y su primer síntoma es la parálisis de la capacidad analítica.

El exceso de información hace que se atrofie el pensamiento. La capacidad analítica consiste en prescindir, en el material de la percepción, de todo lo que no pertenece esencialmente a la cosa. En definitiva, es la capacidad de distinguir lo esencial de lo no esencial.

Más información no conduce necesariamente a mejores decisiones.

El conjunto de información por sí solo no engendra ninguna verdad.

En un determinado punto, la información ya no es informativa sino deformativa; ya no es comunicativa sino acumulativa.

En política, pronto llegaremos a las elecciones digitales, que pueden tener lugar cada día y cada hora. La política es, en cierto modo, un asunto accesorio. El botón de me gusta en la célula de elección digital, e Internet o el smartphone son el nuevo local electoral. Y el clic del ratón, tu voto.

Cada clic que hago queda almacenado. Cada paso que doy puede rastrearse hacia atrás. En todas partes dejamos huellas digitales. Nuestra vida digital se reproduce exactamente en la red. En lugar del Big Brother aparecen los Big Data.

La psicopolítica, con ayuda de la vigilancia digital está en condiciones de leer pensamientos y de controlarlos. Del biopoder pasamos al psicopoder.

Cuando disponemos de suficientes datos, la teoría es superflua. La posibilidad de sacar modelos de conducta de las masas a través de grandes datos marca el comienzo de la psicopolítica digital.

El psicopoder es más eficiente que el biopoder, por cuanto vigila, controla y mueve a los hombres no desde fuera , sino desde dentro.

José Luis




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