“Abel Sánchez”, una historia de pasión (Miguel de Unamuno, 1917). Por Esther.
Me llama la atención de esta obra la forma en que está escrita: por un lado, un narrador omnisciente, por otro los diálogos y por último las “Confesiones” dirigidas por Joaquín a su hija. Esta es una historia de pasión; la pasión que devoraba a Joaquín era el odio, la envidia, la venganza, la ambición (de gloria, de fama), los celos. Un odio que le envenena la vida y le llena de remordimientos y de deseos de venganza. Pero decide ocultarlo durante toda su vida, si bien sus malos sentimientos le llevan a desear la muerte de Abel, pero se da cuenta de que necesita que viva para no apagar esa llama. También se le pasa por la cabeza ahogar al niño de Abel. Y en la práctica de su profesión, hubo varios crímenes ocultos, de los cuales quiere escribir un libro “Memorias de un médico viejo”. El odio de Joaquín era el infierno. Y culpa a Dios de que le haya hecho rencoroso, envidioso, malo, desconfiado…”¿por qué nací padre?” Le pregunta Joaquín a su confesor. Y éste le responde: “pregunte más