Novela de Ajedrez de Stefan Zweig y El Leviatán de Joseph Roth
En la página 54 del número 43 de diciembre 2018 de la revista Infomédula, editada por el Hospital de Parapléjicos de Toledo, encontramos un artículo escrito por un antiguo paciente del hospital, Juan Carlos, hasta hace unos días Presidente del Club de Ajedrez Getafe. Le pidieron que colaborara con ellos narrando su experiencia y el resultado es ese artículo en el que cuenta el accidente de tráfico que tuvo en 2011, la suerte que tuvo de ser trasladado muy rápidamente a ese hospital, esa misma suerte que le permitió mantener <un pequeño hilo> entre las vértebras C3 y C6 lo que hizo que se pudiese recuperar y salir andando del hospital, para asombro de los médicos que anualmente le revisan desde entonces.
En
los meses que tuvo que estar inmóvil tuvo muchas horas para pensar,
imaginar y sufrir. Muchas de esas horas las dedicaba a imaginar
partidas de ajedrez en el techo de la habitación. En esas líneas de
la revista, Juan Carlos explica que a él, el ajedrez le ayudó a
seguir adelante.
Me
acordé inmediatamente de mi amigo y compañero de club al empezar a
leer <Novela de Ajedrez> de Stefan Zweig, pues, aunque el caso
del doctor B y su experiencia no tienen en absoluto nada que ver, sí
incide en esos elementos positivos del ajedrez en los que todos los
expertos educadores están de acuerdo: memoria, análisis,
imaginación, previsión, etc.
La
novela nos narra el camino que recorre la mente del doctor B desde el
aprendizaje de los movimientos, la representación de los mismos
mediante migas de pan, primero, para terminar siendo una
representación espacial, imaginativa y, poco a poco, convertirse en
obsesión y disociación de la mente hasta llegar a la enfermedad.
<El
ajedrez es la vida> decía Bobby Fischer, campeón del mundo en
1972 arrebatando el trono al ruso Boris Spasky. Fischer sigue
considerado como el jugador más fuerte de la historia pero nunca se
presentó a defender su campeonato; simplemente desapareció de la
vida social. Mentalidad atormentada por problemas familiares,
obsesivamente convencido de que el FBI y la CIA le espiaban, vivió y
murió huyendo de todo y de todos, pero siempre que se le vio llevaba
un ajedrez consigo.
La
mente humana siempre agradece los retos y el ajedrez plantea cada día
nuevos enigmas por descubrir y es, desde mi punto de vista, la clave
de la novela de Zweig: la mente se adapta, encuentra caminos para
sortear la desesperación, incluso se sacrifica enfermando si con eso
nos mantiene con vida incluso sin saber si tendrá retorno a la salud
mental.
El
ajedrez competitivo puede sacar lo mejor y lo peor de nosotros, pues,
al fin y al cabo, es un enfrentamiento mental, de voluntades, y en
cada casilla, en cada escaque, puede estar escondido nuestro
particular Leviatán listo para atacar y arrastrarnos al pozo de la
locura. Todos los que jugamos ajedrez lo hemos aprendido y cada
partida no solo plantea el miedo a perder sino, especialmente, el
terror a enfrentarnos a nuestros demonios.
José Luis.
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