Club de los Confines - Esther

En el club de ayer, 8 de abril, se ha comentado el cuento “La isla a mediodía” de Julio Cortázar, incluido en el libro “Todos los fuegos el fuego” de 1966.

Tengo que admitir que nunca he leído a Cortázar, intenté en una ocasión leer la famosa “Rayuela” y lo dejé en las primeras páginas, así es que no sé nada de su universo literario, que creo que lo tiene, así como no sé de su lenguaje propio, el glíglico, tal y como descubrimos en la novela “Amuleto” gracias a Bolaño.

Pues bien, primera lectura del cuento, no entendí nada: cuando dice Marini “no sería fácil matar al viejo” creía que estaba hablando de Klaios, el pescador; una segunda lectura y creí entender algo: ¿sueño, ensoñación, imaginación…?

Marini (el nombre o apellido tiene un significado simbólico, creo yo) tiene una vida como camarero de avión que hace la ruta Roma-Teherán tres veces por semana, siente su vida rutinaria y vacía, le aburre; pero “todo tenía tan poca importancia al mediodía, los lunes y los jueves y los sábados…” porque durante unos pocos minutos el tiempo se paraba y entonces soñaba con la isla. “Volar tres veces por semana a mediodía sobre Xiros era tan irreal como soñar tres veces por semana que volaba a mediodía sobre Xiros”.

Estoy escribiendo esto porque he comprobado que escribir me ayuda a poner en claro la lectura, pero creo que le tengo que dar más vueltas al cuento, no tengo una teoría propia, una interpretación absoluta tampoco creo que se pueda aventurar, pero lo que parece cierto es que el cadáver de Marini estaba en la playa con los ojos abiertos y había sido rescatado ¡por él mismo! (su propia salvación física y espiritual). Así vio su sueño cumplido pues su cuerpo se une a su espíritu para quedarse siempre allí, en Xiros, en su paraíso terrenal perdido.

El cuento me ha recordado a “Un suceso en el puente sobre el río Owl” de Ambroise Bierce, en cuanto que el personaje vive dos realidades al mismo tiempo, una vez más volvemos a la física cuántica que dice que uno puede crear su propia realidad, que lo que crees, lo creas y Marini anhelaba esa otra realidad. He leído en algún sitio que Cortázar decía que “el hombre es solamente aquello que desea ser” y en ese sentido Marini vive dividido en dos realidades: su realidad común (su trabajo, su cotidianidad alienante) y su realidad interior, la realidad deseada (la isla).

Yo creo que el relato está lleno de simbolismo y de metáforas pero no soy capaz de descifrarlos. Por ejemplo, la forma de la isla como una tortuga, la isla como aislamiento y soledad, la hora del mediodía…)

La verdad es que el cuento me ha impactado, no paro de darle vueltas, lo he leído una vez más y quedo maravillada ante el relato.

Esther.

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