“Los santos inocentes” novela de Miguel Delibes escrita en 1.981

Ambientada en los terrenos de un cortijo de Extremadura en la década de 1960, presenta la relación entre dos mundos que conviven estrechamente sin llegar a mezclarse, el de los amos y el de los que sirven a esos amos.

A destacar, la forma de escribir de Delibes en esta novela, entre comas, y haciendo uso reiterado de la “y” (polisíndeton). Y nos preguntamos quién es el narrador. Soraya, con muy buen criterio como siempre, dice que Delibes es tan fino que se hace transparente. Desde mi punto de vista el narrador es el propio Delibes, un alter ego, conocedor tanto las expresiones del mundo rural y como de los comportamientos de sus habitantes.

La novela está dividida en seis Libros. El libro primero está dedicado al Azarías, que encarna la pureza de espíritu, un alma blanca, el único lenguaje que entiende es el del AMOR, que no necesita de palabras (en cierta manera yo encuentro una similitud con la novela de Faulkner): amor por los animales en general y por su búho “El gran duque” en particular, que sólo se dejaba acariciar por él; amor por la niña Chica, su sobrina; amor por la naturaleza… Considerado como falto de entendederas, lo cierto es que el Azarías realizaba numerosas tareas, quería ser útil a toda costa. Y además se daba cuenta de todo lo que acontecía a su alrededor, con una percepción y sensibilidad en estado puro. Al Azarías se le aparecía el espíritu de su hermano Ireneo, al que mató Franco en la guerra civil.

Al Azarías le gustaba correr el cárabo (un ave rapaz que se caracteriza por un espeluznante aullido parecido a una risotada), pese a erizársele la piel y a perder la noción del tiempo y la conciencia de sí mismo, era un juego que le encantaba.

Cuando la milana enfermó, el Azarías quería llevarle al Mago del Almendral por si la podía curar, pero el señorito no consintió alegando que “lo mismo da un pájaro que otro” y además que era demasiado gasto para un “pájaro apestoso”. Y el señorito soltaba una carcajada tras otra, “como el cárabo”. Y el Azarías lloraba y “señorito, no se ría así, por sus muertos se lo pido”.

La risa humillante está muy presente en la novela en muchas situaciones dramáticas. Por ejemplo, cuando Nieves dijo que quería hacer la comunión.

Al Azarías, su sobrino Rogelio le trajo una avecilla tierna (un cuervo) y de nuevo se volcó en sus cuidados y le convirtió en nuevo depositario de su amor y el pájaro ya no se separaba de él. Hasta que llegó el día en que el Azarías le tuvo que hacer de secretario al señorito Iván y a pesar de que le suplicó “no tire, señorito, es la milana” el señorito disparó. “No te preocupes, Azarías, yo te regalaré otra” (Y reía).

El final de la novela es inmejorable, impactante y a la vez lleno de poesía. Según las leyes hechas por los hombres, el Azarías sería culpable de asesinato, pero en realidad Azarías no ha perdido la inocencia tras ese acto.

Debatimos por lo que significa la inocencia y quién o quiénes son inocentes en esta novela. A primera vista inocentes nos parecen el Azarías y la niña chica por la ausencia de maldad que en ellos existe.

Pero también podemos definir la inocencia como falta de consciencia, de actuar sin cuestionarse nada, por pura inercia.

Creo que esta novela no puede dejar indiferente a nadie y gracias al grupo conseguimos exprimir y darle otra vuelta de tuerca a su contenido.

Esther.

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