Don Quijote - Parte II - Capítulos 59 al 74 - Juanjo

Cervantes introduce otro libro, otra versión de las aventuras del Quijote distinta de la que sus protagonistas habían oído hablar.

El bandido Roque, ¿es una sutil metáfora de lo que las leyes son en realidad? ¿O de cómo serían los hombres si no existieran esas leyes?

El mundo moderno se presenta ataviado con la decadencia, el estilo de vida paranoico de Roque, la mezquindad del duque y la duquesa, y la indefensión de Don Quijote; nos señala que la nobleza ya no implica honor ni poder, y que la fantasía idealista de nuestro querido hidalgo está tocando a su fin.

Don Quijote elogia el libro "Luz del alma", apuntando hacia la inquisición y criticándola sutilmente a través de la voz del protagonista, pues ese libro era el tipo de libro que la inquisición quemaba a menudo.

Se sucede la derrota del caballero andante, que se vuelve melancólico. Y se nos resume las lecciones filosóficas, políticas, morales y económicas, contra la militancia caballeresca y el imperialismo de la época.

Se vira de nuevo hacia el género pastoril, y se destaca la lucha entre cristianos viejos y moriscos.

Se medita sobre el sueño y la muerte, y se burla de las obsesiones étnicas a través de la grotesca escena de los cerdos. Se escenifica la muerte de Altisidora del mismo modo que la quema de libros en los primeros capítulos de la primera parte. Y nueva burla de la inquisición en el juicio de Sancho. El ritual católico del auto de fe se reduce al paganismo; en lugar de salvar las almas de los condenados, sirve como medio para resucitar el objeto de amor muerto.

La sátira es un juego literario, enfrenta el mal de amores, fruto de la moda, la pereza o la ociosidad con el arte o el trabajo. En este juego en realidad nadie se hace daño y todo el mundo gana, y eso es precisamente porque todo el mundo pierde. Un gran juego del autor aquí.

El final cubre una gran gama de temas, además de otro recurso metaliterario, en donde Cervantes se enfrenta al otro autor ficticio.

Don Quijote recupera la cordura, resuelve sus asuntos hogareños, ajusta sus cuentas y paga lo que debía y prometió.

Cervantes, en un giro final, fusiona su pluma con la de Cide Hamete, como un acto en el que reconoce que la cultura morisca nunca puede ser completamente borrada de España. Humanista, filósofo y respetuoso con otras culturas, como camino para alcanzar el mundo moderno, al que el imperio y la inquisición se resistían a tomar.

Don Quijote no es solo la historia del caballero y su escudero, sino también el espejo que refleja esa época a todos los niveles y con todo tipo de detalles, comportamientos y dinámicas sociales de principios del siglo XVII.

Juanjo G. Corsino.


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