Tengo miedo torero, reseña de Domi
Es la primera vez que leo literatura con protagonistas trans y me resultó interesante.
La protagonista cegada por el amor, con una inconsciencia consentida, se deja arrastrar hacia un proyecto revolucionario peligroso (que no era su proyecto). Ese amor que le da sentido, que le da vida, que da la ilusión, aun sabiendo que puede no ser correspondida. Un amor platónico, pero al que toca, al que espera cada día. Y la radio, las canciones y las flores, como fiel compañía.
La figura de la Rana protectora, maternal, compasiva, capaz de perdonar. La amistad como gran valor y el apoyo mutuo entre el grupo de homosexuales.
La loca es una romántica, tierna, soñadora, vulgar, sensible, frágil y muy sola. Elige su forma de vivir por encima de convenciones sociales.
Carlos me parece anodino y frío, el protagonismo es el que le da La Loca. Carlos, Carlos, Carlos. Solo con pronunciar su nombre se siente llena.
Me pregunto si Carlos la llega a querer o solo la utiliza o ambas cosas.
Y como telón de fondo la dictadura, el horror de la dictadura chilena. De la cobardía de los poderosos como Pinochet. La extravagancia y frivolidad de su mujer Lucia, que se propone ir de rebajas y a su vez compra su ropa en París.
El mundo que subyace en un grupo socialmente rechazado y marginado en un Chile represor y castigador.
La alusión a España, a Sara Montiel.
La prosa un tanto poética, expresiones gramaticales no usadas en nuestro país, a veces un tanto vulgares.
Me parecen llenas de sensibilidad las despedidas de la Loca, la de su azotea, la de la Rana, la de Carlos.
Al final, como al principio, nuevamente sola, teniendo de nuevo que empezar en un lugar desconocido y sin apoyos. No sé si la ayuda que le da el grupo revolucionario es por ella o por proteger al grupo.
Me recordaba al poema de Rosalía de Castro: "Ahí va la loca soñando".
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