Moby Dick - Resumen de Esther
Me voy a extender demasiado, lo sé, no hace falta que leáis esta especie de resumen del libro porque es imposible resumirlo, a mí me sirve para fijar ideas y sensaciones y revivir la experiencia de haber leído esta gran obra de la literatura universal.
Empieza la novela con las “Citas y
Referencias”, Soraya nos hace pensar que con qué intención el
autor da tantos datos sobre las ballenas y la respuesta tiene todo el
sentido, el autor quiere dejar claro que sabe todo lo que hay que
saber sobre las ballenas.
“Llamadme Ismael”…
una frase que quedará unida para siempre a esta magna novela, tal y
como pasó con el “preferiría
no hacerlo” de otra obra
maestra del mismo autor, “Bartleby, el escribiente”.
La novela nos habla de tantos y tantos
temas que lo de menos es la peripecia de un barco ballenero a la caza
de un cachalote blanco llamado Moby Dick, que varios años atrás
había escapado del capitán Ahab llevándole una pierna, que desde
entonces suple con otra pierna hecha de diente de ballena.
Ahab, un hombre que se ha pasado casi
toda su vida en el mar, nos parece un hombre que lleva sobre sus
hombros el peso del mundo, un hombre monomaníaco, cuya obsesión de
venganza y su poder de persuasión arrastran a toda la tripulación a
un fatal final. Ahab se expresa así en el capítulo XXXVI “El
alcázar”: “¿Cómo
puede el prisionero alcanzar el exterior si no es abriéndose paso a
través del muro? Para mí, la gran ballena es aquel muro, puesto
delante de mí. Algunas veces pienso que no hay nada detrás. Pero es
suficiente. Ella me abruma, me agobia; veo en ella una fuerza
abusiva, fortalecida por una malicia inescrutable. Principalmente es
esa cosa inescrutable la que yo odio”.
Ahab identificaba con la ballena “no
sólo todas sus dolencias corporales, sino todas sus exasperaciones
intelectuales y espirituales”. “Amontonó sobre la blanca joroba
de la ballena la suma de toda la cólera y el odio sentidos por toda
su raza, desde Adán hasta el presente”
A lo largo de 135 capítulos –algunos
más densos y extensos que otros- nos embarcamos en el “Pequod”,
un barco ballenero que eligió Ismael porque, a su reciente amigo
Queequeg le había dicho su diosecillo negro Yogo, que debía ser
Ismael el que lo eligiese.
Nos habla de la irresistible atracción
que los seres humanos tenemos por el mar y por el agua en general
¿por qué? Puede que el mar sea lo más parecido al infinito…
La novela está llena de simbolismos,
de metáforas, de referencias bíblicas… cada capítulo merece ser
analizado pormenorizadamente. Es un libro que, una vez lo has leído
del todo, puedes volver a leer capítulos salteados para seguir
descubriendo mensajes.
Reparamos en que en el primer capítulo
Ismael menciona los ataúdes y la novela termina con Ismael como
único superviviente, aferrado al ataúd salvavidas que construyó el
carpintero para Queequeg.
Otra de las preguntas que nos hacemos
es que no encontramos ningún capítulo donde hablen Ismael y Ahab
entre ellos, no parece que vayan en el mismo barco.
Destaco algunas reflexiones que a mí
personalmente me han llegado. En el capítulo VII “La capilla”
Ismael dice: “Me parece
que hemos confundido mucho esta cuestión de la Vida y la Muerte. Me
parece que lo que llaman mi sombra
aquí en la tierra es mi sustancia auténtica”.
En el capítulo IX “El sermón”,
el predicador está hablando sobre Jonás y dice: “En
este mundo, compañeros, el Pecado, si paga el viaje, puede ir
libremente y sin pasaporte, mientras que la Virtud, si es pobre, es
detenida en todas las fronteras”
Capítulo destacado es el XXIII “La
costa a sotavento”, donde en opinión de Ángela está resumida la
novela “… que todo
profundo y grave pensamiento no es más que el intrépido esfuerzo
del alma en mantener la abierta independencia de su mar, mientras los
vientos más salvajes del cielo y la tierra conspiran para lanzarla a
la traidora y esclavizadora orilla”. “Pero como sólo en la falta
de tierra reside la más elevada verdad, sin costas y sin fin, como
Dios; de manera que es mejor perecer en ese aullar infinito que
precipitarse a sotavento, incluso si allí estuviera la seguridad”.
En el capítulo XXIV “El abogado
defensor” Ismael dice: “Un
barco ballenero fue mi Universidad de Yale y mi Harvard”.
Capítulo bellísimo en mi opinión es
el XLII “La blancura de la ballena” donde se refiere a la
Naturaleza como “la gran
poetisa de Dios” y donde
según Ismael “hay un
conocimiento instintivo del demonismo que hay en el mundo”. Y que
“la indefinición del blanco refleja los vacíos e inmensidades
despiadadas del universo, la ausencia visible de color y al mismo
tiempo la síntesis de todos los colores…”
El capítulo XLV “El afidávit” se
dice:
“Tan ignorante es la mayoría de
los hombres de tierra firme sobre algunas de las más simples y
palpables maravillas del mundo, que sin algunas sugerencias en lo que
respecta a los hechos mismos, históricos o de otra índole, de la
ballenería, se podría imaginar a Moby Dick como una monstruosa
fábula, o peor aún y más detestable, como una horrible e
insoportable alegoría”.
Otro capítulo que comentamos en la
tertulia es el XLIX “La hiena” donde Ismael, todavía con el
susto en el cuerpo después de que le rescataran “in extremis”
del mar, dice “me había
sobrevivido, mi muerte y mi entierro estaban encerrados en mi pecho”.
Reflexionamos sobre cuántas veces ocurre que para que valoremos lo
que tenemos nos tiene que pasar algo muy grave.
El capítulo LVIII “Kril” Ismael
nos presenta el mar como enemigo del hombre y de su propia progenie
“ninguna misericordia lo
gobierna, sólo su propio poder”.
Y continúa “considerad
a ambos, el mar y la tierra, ¿no encontráis una extraña analogía
con algo en vosotros mismos? Pues así como este océano atroz, rodea
la tierra verdeante, del mismo modo, en el alma del hombre yace una
isla de Tahití, llena de paz y de alegría, pero circundada por
todos los horrores de la vida a medio conocer. ¡Que Dios os guarde!
¡No os alejéis de esa isla, pues nunca más podréis volver!”.
El capítulo LXXXV “La fuente” se
habla de si el chorro de la ballena es agua o vapor. La hipótesis de
Ismael es que el chorro no es más que niebla. “Y
estoy convencido de que desde las cabezas de todos los seres
profundos y reflexivos como Platón, Pirrón, el demonio, Júpiter,
Dante, etc., siempre sube un cierto vapor semivisible en el acto de
pensar profundos pensamientos. Y de este modo, a través de todas las
densas nieblas de la penumbra de mi mente, surgen intuiciones divinas
de vez en cuando, como obsequiándola con un rayo celestial. Y por
esto doy gracias a Dios, pues todos tienen dudas, muchos negaciones,
sin embargo, ya sean dudas o negaciones, pocos junto con ellas,
tienen intuiciones. Dudas de todas las cosas terrenales e intuiciones
de algunas cosas celestiales, esta combinación no produce un
creyente ni un infiel, sino un hombre que considera ambas con iguales
ojos”.
El capítulo XCVII “La lámpara”
destaco esta frase “pero
los balleneros, en tanto buscan el alimento de su luz, viven en la
luz”.
En el capítulo XXXV “La cofa”,
Ismael se refiere a sí mismo como un soñador, distraído, platónico
(con el “Fedón” dando vueltas en su cabeza). Pues bien, yo ahora
puedo decir que me siento con “Moby Dick” dando vueltas en mi
cabeza.
Esther.
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