Notas de Esther sobre los cuentos de Ambrose Bierce y Rubén Darío.

Para tratar de contestar a la pregunta que nos lanzó Soraya:
“¿Qué experiencia creéis que llevó a Ambrose Bierce y a Rubén Darío a escribir sus cuentos?” he leído “Azul…” de Rubén Darío, un libro de cuentos y poemas escrito por Darío a los 21 años.
Todos los cuentos son maravillosos, me transportan a un mundo mágico lleno de luz y color.
En el “pájaro azul” me parece reconocer al joven Darío, un joven hipersensible, como lo son los artistas, incomprendido muchas veces, tildado de loco, un joven que persigue el ideal de la belleza, del amor, de todas las cosas inmateriales que alimentan el alma, consciente de su genio pero que tiene que cargar con un cuerpo (materia) que tiene unas necesidades prosaicas.
En el cuento “El velo de la reina Mab” creo que está la clave para entender los sentimientos profundos del poeta: “Yo escribiría algo inmortal; mas me abruma un porvenir de miseria y de hambre”.
Creo intuir que sólo a través de los dulces sueños se ve la vida de color de rosa y también que después de la muerte física se puede vivir – sólo entonces – sin sentir la jaula que puede ser el cuerpo.
He llegado a esta conclusión, entre otras razones, porque la palabra “inefable” (que no puede ser dicho, explicado o descrito con palabras, generalmente por tener cualidades excelsas o por ser muy sutil o difuso) está presente en casi todos sus cuentos y porque en el “pájaro azul” el acto de quitarse la vida es el camino para liberar el alma de su jaula y encontrarse con la amada.
Yo siento que Rubén Darío pudo tener vislumbres de otra dimensión, hay personas que son sensitivas y pueden.


“Un suceso en el puente sobre el río Búho”.
Este suceso nos lo cuenta un narrador omnisciente. Nos describe a un condenado a muerte a punto de ser ahorcado sobre la pasarela del puente. Este hombre está sereno, tiene una expresión afectuosa, parece que se enfrenta a su destino con naturalidad… el narrador cuenta los hechos pero, además, narra minuciosamente todos los sentimientos (miedo, angustia), dolencias físicas y perturbaciones mentales por las que atraviesa este hombre.
Leído el cuento del tirón, no es más que un suceso que aconteció en un lugar y un tiempo concreto sobre la peripecia de ese condenado a muerte que cae al agua después de romperse la cuerda y trata de llegar a la otra orilla, esquivando balas de escopeta y de cañón. Hasta ahí todo normal, pero cuando llega la frase final: “Payton Farquhar estaba muerto; su cuerpo, con el cuello roto, se balanceaba suavemente de un lado a otro bajo las maderas del puente sobre el río Owl”, es cuando siento un estremecimiento.
Podemos pensar que todo lo vivido anteriormente ha sido una fantasía del escritor, se ha inventado todo lo dicho para crear una historia fantástica e irreal. En un cuento cabe cualquier cosa, porque es un cuento.
Pero se puede interpretar de otras formas…
En mi opinión, cuando el condenado se queda inconsciente es cuando la consciencia (nuestro yo superior, el alma, la energía…como queramos llamarlo) sale del cuerpo y en ese estado entre la vida y la muerte, la consciencia por un lado y la mente por otro viven una realidad diferente de la que se está desarrollando sobre el puente: la realidad que ese hombre vive es de dolor físico, de miedo, sus sentidos están “sobrenaturalmente agudizados” y percibe cosas nunca antes percibidas (las gotas de rocío, cada hoja, el ojo del tirador que le estaba apuntando…)
¿Qué es lo real? ¿Qué es lo vivido por este hombre? ¿un sueño, un delirio?.
El hecho, visto con nuestros sentidos físicos, es que el hombre ha sido ahorcado, ahí está su cuerpo, no se ha movido del puente; pero todo lo vivido, las sensaciones más horribles y las más placenteras ¿dónde las ubicamos?.
Sin haber leído nada sobre el autor (ni nacionalidad, ni época…) y sin conocer nada de su biografía, me atrevería a decir que Ambrose Bierce tuvo alguna experiencia cercana a la muerte (ECM). Sobre este tipo de experiencias hay mucha documentación y muchos testimonios de personas que han estado “del otro lado” “en la otra orilla” y han vuelto a su cuerpo físico y por eso han podido contarlo. Por eso el narrador del cuento lo sabe todo del condenado. 

Esther.

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