Soraya aporta "Lo que vio Rubén Darío para escribir su Pájaro Azul"
Rubén ha salido tarde de su casa en la calle Herschel hacia los jardines
de Luxembourg, con menos de medio franco en el bolsillo. Camina
acelerado porque tiene cita con Antonio el poeta sevillano y Oscar el
irlandés. De una pequeña iglesia, que celebra su oficio, salen unas
notas que reconoce “Pie Jesu”, Faure. Es un sepelio. Sí no llevara tanta
prisa habría entrado. Sigue canturreando, pero ahora camina más
despacio, su canción lo ralentizan. En el escaparate de la vieja tienda
de animales puede ver las nervosas manos del tendero extrayendo una
jaula de alambre con un pequeño abejaruco dentro. El viejo dependiente
eleva la jaula y sonriendo muestra el pequeño tesoro a una acomodada
familia. Dos padres y una niña. La pequeña, con un precioso abriguito
negro y un manguito de piel no hace caso del pájaro y vuelve la cabeza.
El mercader, que no quiere perder su venta, invita a la pequeña a que
meta la mano dentro de la jaula, pero la niña llora y grita.
¿No te gusta? Es azulito, del color del cielo.
La pequeña grita inconsolable.
¡Es un bicho, es un bicho!
La ornitofobia en un miedo excesivo a las aves. Las personas con
ornitofobia sufren una respuesta de ansiedad muy elevada siempre que se
exponen a ellas.
No hay remedio, piensa Rubén. Quizá no hiciera falta ni siquiera la
fuerza de un impulso, quizá bastaría solamente con dejarse caer.
Soraya.
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