La casa inundada - Impresiones de Juanjo
Más que intentar comprender o analizar la historia del relato, he preferido sumergirme en el agua y dejarme llevar y adentrarme en los pasajes de esa casa inundada, que en algunos momentos me han recordado en parte al realismo mágico fluyendo junto a sueños dignos de analizar por Freud.
Y
el flujo del agua me lleva a ir recorriendo estos pasajes. Y me lleva a
trompicones, pues a veces el agua está estancada y no avanza, tiene
pausas como si fueran notas musicales, como los tiempos en los que
Margarita no habla. Y también me lleva más rápido, como en un torrente
de agua, como los tiempos en los que Margarita decide hablar un poco más
sobre su historia.
La
casa es como su universo y el agua es como un medio que da sentido a su
vida; el agua es donde cultiva sus pensamientos y sus recuerdos. Y se
aísla del mundo real secando la fuente para crearse su isla.
Y
los sapos donde amarrar el bote me recuerdan a Margarita, pues ambos
tiene papada y ambos, como anfibios, viven en dos mundos: el terrenal y
el agua (que es el mundo sagrado para ella).
Me
llama la atención el chivo blanco del cuadro, al igual que en un
ritual, que además se abre, como si fuera un portal que comunica lo
divino con lo mundano. Y cuando luego deja correr el agua en ese ritual,
es como si Margarita quisiera plantar y dejar ir con el agua su memoria
y sus sueños, almacenarlos en ese agua intemporal.
Y
las plantas, las budineras y otros objetos parece que quieran contarnos
una parte del misterio, de la psique y de los secretos de doña
Margarita.
Juanjo.
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