Más de "Los santos Inocentes".

No me sentía inspirado para escribir nada sobre esta novela, pensé que pasando los días y una vez se aclarase en mi interior el poso de lo hablado sobre el libro quizá se me ocurriese algo.

Fui a devolver el libro y, de paso, mirar si por casualidad tenían algo de Carlos Fuentes, la del Gringo sería genial. A falta del Gringo me llevé de ese autor, "Historias de familias felices". Son un conjunto de relatos de historias familiares, sin conexión aparente unas con otras. 

Tras leer varios relatos, me di cuenta que, desde el primero, ya no estaba en este libro, para mi sorpresa, había vuelto al latifundio extremeño, justo al momento en que Quirce y Nieves están parados a medio kilómetro de la chabola que es la vivienda de sus padres en la cerca de la Casa grande. Quirce ha recogido a Nieves del trabajo y van a visitar a sus padres el fin de semana. Nieves ya le ha puesto en antecedentes a su hermano sobre la muerte de la Niña chica y del destino del Azarías. Parados en el camino, divisan a lo lejos a sus padres, sentados en la puerta de la chabola, Régula anda atareada, como siempre, quizá pelando guisantes para la cena. Paco apoyado en el bastón, la pierna derecha estirada, la mirada perdida. 

Quirce :

Nunca os hemos preguntado, ni lo haremos. Sabemos que no habría respuesta posible. Pero, ante todo, gracias padres por enseñarnos las letras, por darnos la oportunidad de aprender. Ahora sabemos pero nos seguimos preguntando sin esperar respuestas. No las hay. O las encontramos por nosotros mismos, sin ningún ánimo de buscar culpas padres, hoy sabemos que sois víctimas, pero esta familia habla poco y vuestros ojos, siempre tristes, al borde de la lágrima, hablan por vosotros.

¿Por qué, padre? ¿Qué hiciste mal? ¿Nacer? ¿´Por qué en este país de tantas leyes, aquí solo vale la ley del amo? ¿Por qué solo es posible "A mandar que para eso estamos"?  ¿Qué te hace levantarte cada día?

¿Por qué no hubo médico para el tío ni para la niña chica? ¿Por qué la inocencia es quien nos da la justicia? ¿Por qué perdemos siempre los mismos, padre? ¿Por qué, aunque ganemos, seguimos perdiendo siempre?

Ahora que tengo más mundo y conocimientos, ¿Qué vigilamos en la Raya, que no entren o que no salgamos? ¿Solo a la caridad hipócrita tenemos derecho, padre? ¿A qué huele la sumisión, padre? ¿Cómo huele la muerte de tantos y tantos animales? ¿Matanzas sin tino por no poder seguir matando hombres? ¿Por qué no esperaron a que los franceses trajeran la guillotina antes de echarles? ¿Por qué, padre, somos siempre el país de las oportunidades perdidas? 

Nieves:

Pero siempre nos levantamos Quirce, déjalo así. Vamos, nos han visto, nos esperan.

José Luis.

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