Gringo Viejo, de Carlos Fuentes

Al leer el libro, para mí va como ondas con picos que me enganchan mucho y picos que no me enganchan tanto. ¿Por qué me sucede esto? Tal vez sea porque el libro se escribió en etapas, durante 20 años; tal vez pueda ser también porque el genial autor deja desplegar su estilo usando el modernismo, mezclándolo con un poco de realismo mágico de autores a los que él admira.

En el prólogo aparece una frase de Ambrose Bierce, y al final también lo menciona. Aun así, nos va dejando pistas sobre el gringo viejo, como old bitter (al escritor le llamaban en su entorno Bitter Bierce). También menciona el diccionario del diablo, obra del mismo Bierce.
La novela va girando en torno a varios temas como son la revolución, la frontera, la tierra, la libertad mientras se lucha, las figuras del padre, hombre y mujer, el poder (aquí podemos incluir el sexo, pues no solo en la actualidad, sino también desde antiguas civilizaciones, se ha usado en ocasiones el sexo como fuente de poder, donde uno domina a otro, donde puede haber un intercambio de poder, donde el invasor en una guerra viola a los habitantes de la zona conquistada,…). Pero todos esos temas desembocan en la figura principal: la muerte.
Los personajes, distintos entre sí, pueden sin embargo contemplarse en una analogía que me gusta mucho: el salón de espejos, que me parece más bien el salón de los sueños y de la conciencia.
Bierce acepta desde el principio a los mexicanos tal y como son, a la vez que acepta su cercana muerte. Winslow desea cambiarlos y educarlos. Y el viaje de los dos gringos lo veo resumido en la frase que dice: “Cada uno llevaba dentro su México y sus Estados Unidos”. Y es en ese viaje, a mi parecer, donde ambos empiezan a conocerse a sí mismos.
Seguramente ya hemos leído varios libros en donde la guerra, el poder, las pasiones y la sed de poseer otras tierras o riquezas, son un tema común entre ellos, pues forman parte de la naturaleza humana. Por eso sean necesarias de vez en cuando las revoluciones, dando igual contra quién vayan dirigidas, y luchar sin descanso por la libertad, sin utopías ni desesperanza. Para que tanto los mexicanos como otros pueblos en situación de desventaja, se alcen y griten: “No, nuestra tierra aún no está lista para capitular”.

Juanjo.

 

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