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Mostrando entradas de enero, 2022

Más sobre "El siglo de las luces"

  “ Las palabras no caen en el vacío” - Zohar. Esteban apretaba fuerte la mano de Sofía, no podía perderla, ahora no, después de casi haberla perdido irremediablemente en medio de la barahúnda, caos atronador, gritos y carreras de miles de personas yendo de un lado a otro por las calles de Madrid; ora atacando, ora huyendo de las cargas de los mamelucos, siempre sintiendo la alegría, esa alegría tan contagiosa y desenfrenada de Sofía por estar por fin viviendo la gran aventura soñada: la revolución. Por supuesto, ahora Esteban sabía que iban a morir e incluso en esos momentos, ante el pelotón de soldados franceses prestos a disparar, Sofía mantenía viva la llama de la esperanza por la victoria y, aunque no sabrían nunca si ganaría o no, la revolución estaba servida, también en este país, al que inicialmente quiso traerla. Sintió que el tiempo se ralentizaba y, como si se viese a sí mismo desde fuera, recordó de repente aquella entrañable reunión de un club de lectura en la q

Mi resumen de El Siglo de las luces

“El siglo de las luces” Alejo Carpentier (1904-1980)     ¿Siglo de las Luces?   El escritor narra uno de los acontecimientos m ás olvidados de la H istoria: los ecos de la Revolución Francesa en el Caribe.   Víctor Hugues, ambicioso comerciante y aventurero marsellés, partidario de Robespierre (el “Incorruptible”) , exportador de la Revolución y sus principios a las Antillas , aparece en la vida de tres muchachos trastornando sus vidas, hasta entonces unidas.   C onquistó a los jóvenes contándoles sus viajes , y c on la lectura de “ L a Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano” hechiz ó a los criollos:   Carlos , aficionado a la música, soñaba con Nueva York. Al principio le horrorizaba continuar con el comercio de su padre, pero finalmente es el que se queda en La Habana.   Sofía , casi una niña aún, educada y encerrada en un convento de clarisas , soñaba con la ópera y el teatro francés. A la muerte de su padre tomó la decisión de no volver más al convento. Con la

"Mini-cuento" sobre El siglo de las luces

Alejo Carpentier es capaz de llevarnos, de manera exquisita, al mar de mil islas. Al olor de ese mar que se vierte en todas las calles de las ciudades caribeñas. Al olor de viandas, mariscos, flores, tintos y esencias. Al sabor de la sal o del sudor de las luchas y revueltas. El libro es como un vaivén de olas, que van tejiendo de espuma las orillas de esa tierra y sus historias. Nos va meciendo suavemente para que contemplemos, con calma y admiración, una época en la que el mundo nos mostraba sus caras más fascinantes. Como el latir de los corazones audaces o el despertar de las mentes revolucionarias. Nos mostraba también paisajes idílicos, con playas salpicadas de algas y cangrejos. Con restos de veleros hundidos, iluminados con el naranja de un hermoso poniente. Con los colores de cielo y de las casas (que bien podrían rivalizar con las de Cienfuegos, en Cuba). Con mulatas que caminan balanceando sus caderas, envueltas en vestidos coloridos que parecen de coral. Su d