Mi resumen de El Siglo de las luces

“El siglo de las luces” Alejo Carpentier (1904-1980) 

 

¿Siglo de las Luces? 

El escritor narra uno de los acontecimientos más olvidados de la Historia: los ecos de la Revolución Francesa en el Caribe. 

Víctor Hugues, ambicioso comerciante y aventurero marsellés, partidario de Robespierre (el “Incorruptible”), exportador de la Revolución y sus principios a las Antillas, aparece en la vida de tres muchachos trastornando sus vidas, hasta entonces unidas. 

Conquistó a los jóvenes contándoles sus viajes, y con la lectura de La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano” hechizó a los criollos: 

Carlos, aficionado a la música, soñaba con Nueva York. Al principio le horrorizaba continuar con el comercio de su padre, pero finalmente es el que se queda en La Habana. 

Sofía, casi una niña aún, educada y encerrada en un convento de clarisas, soñaba con la ópera y el teatro francés. A la muerte de su padre tomó la decisión de no volver más al convento. Con la llegada de Víctor Hugues, al año del luto, terminó su adolescencia, pues tras un terrible huracán que puso la casa patas arriba, el francés se metió en su lecho, despidió al albacea acusándole de malversar los bienes y se adjudicó el papel de Conductor de Hombres. 

Unos años más tarde, Sofía se casa con un socio de Carlos, pero al poco de regresar Esteban a la casa familiar tras diez años sin verse, ocurre el deslumbramiento, Esteban toma conciencia de que siempre ha querido a su prima y planea su vida junto a ella. Jorge muere, pero los planes de Sofía iban por otros derroteros. Ella quiere ir tras los pasos de Víctor y lo lleva a cabo. Pero Víctor ha cambiado mucho, y Sofía se da cuenta de sus contradicciones, incoherencias y se asombra ante un hombre que era capaz de hacer el Bien y el Mal con la misma frialdad de ánimos. 

Esteban, un muchacho enfermizo, fue sanado por el médico notable y distinguido filántropo Ogé, mestizo amigo de Víctor Hugues, que al contrario de éste tenía ideales espirituales de igualdad y armonía. A Esteban le gustaba lo imaginativo, lo fantástico, soñaba con París. 

En París, Esteban, ya unido a Víctor por mucho tiempo, queda deslumbrado por lo exótico de esa vida bulliciosa de las calles. Acaba de empezar su periplo: Bayona, San Juan de Luz, Rochefort (allí Víctor tiene el cargo de Acusador Público ante el Tribunal Revolucionario), La Guadalupe (en poder de los ingleses), Cayena (capital de la Guayana Francesa), Sinnamary, Paramaribo, (capital de Surinam, Guayana neerlandesa) esta Holanda ultramarina aparentemente es un símbolo de tolerancia; sin embargo allí muy “civilizadamente” amputan los miembros (piernas y brazos) a los esclavos condenados por intento de fuga y cimarronadas. Finalmente, el regreso a La Habana de donde había partido esperando encontrar un Mundo Mejor.   

“El Investido de Poderes” Víctor Hugues dice que la Revolución había forjado hombres sublimes, pero también explotadores del Terror. Como ejemplo se hacían encuadernar textos de la Constitución con piel humana). Se menospreciaba la inteligencia “desconfiad de quien haya escrito un libro”, la Biblioteca Nacional debía de ser incendiada; se mandaba al patíbulo a cirujanos ilustres, químicos eminentes, eruditos, poetas, astrónomos…  

Nosotros, los sin-cruces, los sin-redentor, los sin-Dios vamos allá en barcos sin capellanes para abolir los privilegios y establecer la igualdad. Pero con el mismo fanatismo se destruían iglesias y un tiempo después se calificaba de monstruos a los hombres ateos. 

Víctor Hugues (el Robespierre de las islas), dueño de la Guadalupe, inicia el funcionamiento en público de la guillotina. Los negros a los que supuestamente se les había concedido la libertad y se negaban a trabajar en las fincas expropiadas, iban a la guillotina. 

Ahora se dedicaban al lucrativo negocio de la venta de esclavos tomados a los enemigos de la República, además de llevar un Registro de Presas que acumulaba centenares de embarcaciones y de todo tipo de bienes. 

Esteban, a su regreso a la casa familiar, le dice a Sofía “vengo de vivir entre los bárbaros”. Empezó Ulises a contar su Odisea. Desencantado como estaba por la experiencia vivida y ante el entusiasmo de Sofía por los ideales de la Revolución, Esteban sentencia: “Cuidémonos de las palabras hermosas, de los Mundos Mejores creados por las palabras. Nuestra época sucumbe por un exceso de palabras. No hay más Tierra Prometida que la que el hombre puede encontrar en sí mismo”. “Ustedes saben lo que aborrecen, Nada más. Y por saberlo ponen su confianza, sus esperanzas, en cualquier cosa”. “Hay épocas hechas para diezmar los rebaños, confundir las lenguas y dispersar las tribus”. 

La etapa final de Sofía y Esteban, transcurre en Madrid, en la calle Fuencarral en La Casa de la Condesa de Arcos, donde en primer lugar llegó “la cubana” dispuesta a solicitar el indulto de Esteban, encarcelado en Ceuta. Conseguido el indulto, Esteban y Sofía viven apaciblemente hermanados, según testigos. Pero el “Día sin Término” (primeros de mayo de 1808) dos existencias se habían disuelto en un TODO. Ni Sofía ni Esteban regresaron nunca a la Casa de Arcos. Nadie supo más de sus huellas ni del paradero de sus carnes”. 

  

 

Esther.

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