Siete de noviembre de 2022 - Lunes noche

Poner una palabra a continuación de la anterior. Eso es escribir, ni más ni menos. Y releer lo escrito para volver a reir con mis Notas de la Almohada mientras escuchas a Eminem o a Elvis y su Pretty woman. 

Releer para volver a escribir, porque mientras hacías versos de veinticinco sílabas acabaron con los bosques de la Amazonia, en tanto Bolsonaro babeaba de placer asistiendo a la muerte de tanto vegetal irreemplazable.

El mundo humano oía el clamor de esos bosques cayendo bajo los bulldozers y hacía oídos sordos, por supuesto. Bastante tenían con prepararse para una guerra que les iba a dejar sin gas para sus calefacciones y, aturdidos aún por el despertar de la pesadilla de una epidemia que dejaba tras sí millones de muertos, no dejaban, los humanos, de jugar a la comba, a la rayuela, a la primitiva o a cualquier cosa que les diese esperanzas...¿ de qué? Ni ellos mismos lo saben amigo Sancho.

Por todo eso, mientras tú esperas la llegada de tus sueños en forma de ínsula rica y fácil de gobernar, hay que seguir escribiendo mis proezas sea contra molinos, sea contra Sauron, bien ayudando a Frodo, o a Jon Nieve contra los hombres blancos.

Tantas y tantas palabras que poner tras otras, amigo Sancho; la eternidad es la escritura porque nunca se acaba a pesar de que falten palabras para contar cómo te sientes ni las haya para comunicar con tu mejor amiga los distintos grados de dolor, de amor, de desamor, de alivio, de cansancio, de aburrimiento al fin…

Créeme cuando te digo Sancho amigo, que hay más palabras por ser escritas que granos de arena hay delante de Rocinante en todo el camino que juntos hemos de hacer.

Vale.

 José Luis.

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