Don Quijote, capítulos 41 al 52, Libro I. Juanjo Corsino.

A lo largo de estos episodios, Cervantes nombra a un capitán que perdió la libertad en la batalla de Lepanto, otra alusión más a la experiencia del autor. Se intenta resolver la duda del yelmo de Mambrino y de la albarda. La mayoría apoyan por diversión que es el verdadero yelmo, pero que la albarda es un jaez (adorno de cintas para las crines de los caballos).

Mi opinión sobre estos capítulos:
Juega con la mitología de manera magistral, diciendo: “Y tú, sol, que ya debes estar apriesa ensillando tus caballos”. En alusión a Apolo, dios del sol, que conducía un carro con cuatro caballos. Así nos cuenta que está a punto de amanecer, de una manera muy original y mitológica.
También juega con el contraste entre la historia sentimental de doña Clara y don Luis, y las burlas de Maritornes y la hija del ventero a Don Quijote.
Alegando a los libros de caballerías, Cervantes introduce la leyenda artúrica. Conducen a Don Quijote de regreso a su casa enjaulado en una carreta, al igual que fue el caballero Lanzarote a rescatar a Ginebra. Y se habla a menudo de los encantamientos que sufre Don Quijote y sobre las profecías del mago Merlín.
Y de nuevo introduce un pequeño relato dentro de la novela, el de Leandra y el cabrero Eugenio.
 
Juanjo Corsino. 
 

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