El Quijote - Sobre la Primera Parte - (JL)

De las impresiones y pareceres que se nos piden sobre la primera parte de El Quijote yo destacaría, en mi orden claro está, que es el Quijote popular, el más conocido, el de los molinos como gigantes, el del desmitificar las aventuras de caballerías pero destacando las virtudes y honores del caballero andante.

Es decir; aunque Cervantes dice querer burlarse de los libros e historias de caballeros andantes en realidad consigue ensalzar sus valores frente a la vida real tan dura e injusta con las gentes que atraviesan el paisaje.

Es como el vídeo que vi ayer en youtube sobre unos terraplanistas, que haciendo un experimento para demostrar que la Tierra es plana, el resultado de las pruebas les demostraba que la Tierra es redonda, y aún teniendo que tragarse unos resultados que no les gustaban, publicaron el vídeo a su pesar.

Hay autores hoy, que escriben pensando que su obra podrá convertirse en película. Incluso hay obras que parecen más un guión cinematográfico que una novela,

Es lógico pensar, por tanto, que Cervantes pudiera escribir pensando que su obra pudiera algún día representarse en teatros, y la primera parte de El Quijote me ha ido pareciendo, conforme avanzaban los capítulos, más teatral, con la estructura y condiciones que hacen fácil su representación en actos y escenas en cualquier escenario, proscenio, tablado, tarima, decorado y/o teatro de cualquier lugar.

La geografía no importa ni las distancias, simplemente se llega y no son necesarias prolijas descripciones paisajísticas; los personajes aparecen y quedan en espera tras telón esperando su llamada a escena dependiendo de los caprichos o planes del autor. ¿Hay pocos personajes para las alturas de la obra en la que estamos y vendrían bien nuevos personajes con nuevas historias? Sin problema, los buscamos en lo más recóndito de Sierra Morena, allí donde, en teoría, nadie llega, y nos cuentan sus historias de amores fallidos o no correspondidos.

¿Es molesto que Sancho vaya andando? ¡Fácil solución! Aparece de nuevo Ginés, el ladrón, que en lugar de salir huyendo hacia Bilbao, se queda en la zona dando vueltas esperando el momento para devolver gentilmente el asno a Sancho. ¡Faltaría más! Y adivinen dónde corre a esconderse… ¡Sí!, a lo más hondo de Sierra Morena, por si acaso hay que volver a llamarle a escena.

¡Todo sea por mantener el interés del público!

Y al mismo tiempo, todo tiene una estructura teatral, juntando muchos personajes en un solo lugar, la venta, para pelear unos con otros y hacer reir al respetable. Afortunadamente, el loco, precisamente D.Quijote, detiene la pelea con lúcidas razones.

Es mi gran descubrimiento de esta lectura de El Quijote: no lo veo como novela sino como obra de teatro y por eso, a pesar de todo, he disfrutado la lectura de esta primera parte, más conforme avanzaban los capítulos.

Las historias añadidas de esos personajes secundarios...Entiendo el motivo de todas esas historias que a mí me aburren un poco, que leo en diagonal, incluso con disgusto, aunque comparto y envidio su calidad de escritura. Hoy hemos leído tantas obras geniales posteriores y con estilos tan diferentes que la lectura de esas historias añadidas dentro de El Quijote me parecen una especie de penitencia obligada mientras espero que Alonso Quijano despierte para seguir deleitándome con sus aventuras.

Por otra parte, esta experiencia de dividir El Quijote en trozos, leer unos cuantos capítulos, resistir la tentación de leer más de lo que toca, comentar un trozo para volver a leer el siguiente, es algo que, a veces, se me hace cuesta arriba, como que me cuesta volver a coger el hilo, como que ya no sabes qué decir, y mucho menos qué escribir, en la siguiente sesión sobre el siguiente trozo y eso, a veces, me resulta agobiante y agotador aun sabiendo que formas parte de un grupo privilegiado que puede permitirse el lujo de leer El Quijote a trozos.

Vale

José Luis.

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