Don Quijote - Parte II - Capítulos 39 al 58 - José Luis

Capítulo XXXIX
Se casaron (Clavijo y Antonomasia) La madre Maguncia, del disgusto, la enterraron (muerta, claro) Aparece en la tumba el gigante Malambruno, cormano (primo hermano) de Maguncia, y los encanta a todos. A los novios como figuras de tumba (mona y cocodrilo) y a las dueñas les puso barba. El desencantamiento, cuando el de la Mancha venga a pelearse conmigo.

Capítulo XL
Información de la depilación a la cera. DQ acepta el reto, claro. Como está tan lejos el reino de Candaya, hay que ir en un caballo de madera que al girar una clavija, vuela. Nombre del caballo: Clavileño, el aligero. S se resiste a viajar en el caballo. “No me pienso moler por quitar las barbas a nadie” y menos a las dueñas. S acepta al fin a medias.

Capítulo XLI
Llega la noche. Aparecen cuatro salvajes que traen el caballo, lo dejan y desaparecen. Se le explica el funcionamiento de la clavija. Además, deben ir con los ojos tapados, por el mareo. S recula de nuevo. El Duque le asegura que volverá rápido y que la ínsula seguirá en su sitio. DQ insta a S para que antes de partir, se dé 500 azotes “que el comenzar las cosas es tenerlas medio acabadas". S dice que una leche. Encima, antes de tener que ir sentado en caballo tan duro. DQ quiere ver las tripas del caballo, por lo de Troya. Pero no le dejan y no insiste más, porque no se entienda que sus exigencias de seguridad sean poner en detrimento su valentía. S pide un cojín, se le niega y se sienta a mujeriegas. Se tapan los ojos, le dan a la clavija y parten (¿¡) Con fuelles simulan el viento, S se asombra de oír tan cerca las voces. Para simular la región del fuego, les acercan brasas. (cita al Torralba , de Eduardo Gil Bera) Le dan fuego al caballo por detrás y explotan los petardos que llevaba dentro, dando en tierra DQ y S. Se levantan y ven una lanza con un cartel donde Malambruno se da por satisfecho y retira sus encantamientos. Trifaldi y sus dueñas han desaparecido. Los Duques siguen la farsa. (teatro interactivo) S asegura haber visto la tierra como un grano de mostaza y a los hombre como avellanas y que estuvo a un palmo del cielo y vio a las siete cabrillas. DQ no vio nada, pero sintió el aire y el fuego. S insiste en que lo vio. DQ contesta: “Si yo te creo, créeme a mí cuando te cuente lo de la cueva de Montesinos”.

Capítulo XLII
S, después de su gran experiencia, dice que prefiere gobernar el cielo. La ínsula se le queda pequeña. El Duque le baja los humos y le informa de “la dulcísima cosa que es el mandar y ser obedecido”. Le van a vestir de Gobernador, aunque S asegura que vestido como sea, siempre será S (coño, como el Zapatero) DQ alecciona a S para su “mandato”: Temor de Dios, conocerte a ti mismo, humildad, no renunciar de los orígenes, cuidado si tomas mujer nueva, etc., etc.

Capítulo XLIII
Sigue DQ con sus sabios y sorprendentes consejos a S: Ser limpio, cortarse las uñas, vestir bien, no comer ajos ni cebollas, comer poco y cenar más poco, no eructar, no usar
refranes, cómo montar a caballo, madrugar. La pena es que no sepas escribir. Sé hacer unas letras que decían que decía mi nombre “Al buen callar llaman S”. S confiesa sus buenas intenciones como Gobernador.

Capítulo XLIV
Consideraciones sobre si es bueno o no meter historias ajenas en el relato a modo de paréntesis. Interrumpen la narración?, le dan variedad? Distraen?. En la 2ª parte no las metió. Sólo historias cortas. S nota el parecido entre el mayordomo y la Trifaldi. Se despide S para ir a su ínsula y apenas hubo partido, DQ sintió su soledad, y si le fuera posible revocarle la comisión y quitarle el cargo, lo hiciera. La Duquesa trata de entretenerlo y agasajarlo pero no se deja. No quiere ser servido. “Miserable el que no come en casa y sale con el palillo a la calle” (imagen picaresca) Una criada, Altisidora, lo requiebra desde la ventana cantándole con un arpa, pero DQ sigue fiel a Dulcinea.

Capítulo XLV
La historia salta a S (al separarse, cada capítulo alterna la historia de uno y otro) Llega S a su ínsula de interior, de unos 1000 habitantes. Le reciben como al Gobernador que es, le sientan y le presentan varios casos para que juzgue. Reniega del “Don”. Caso del sastre y del que le había o no pagado (le dejaba el báculo donde escondía el dinero al otro un momento, mientras juraba que le había entregado ya el dinero) S lo descubre. Otro caso: “La violada por su gusto”.

Capítulo XLVI
Altisidora finge un desmayo al paso de DQ. Este pide un laúd en su habitación por la noche. “En los principios amorosos los desengaños prestos suelen ser remedios calificados”. Ponen al tanto a la Duquesa. A la noche, DQ se arranca con unas coplas para decir que con Dulcinea tiene bastante. Le embroman con cencerros colgando sobre su ventana y gatos también con cencerros. Un gato entra en la habitación por la ventana, lo persigue y al final el gato se le tira a la cara mordiéndole y arañándosela toda. Le curan.

Capítulo XLVII
S. Gran banquete con el médico de guardia. Le pasan los manjares por las narices pero no le dejan comer de nada, por “su bien”. S se desespera y pide aunque sea, cebollas. Carta del Duque a S preveyéndoles de peligros de ataques y atentados. Escribe, a través del vizcaíno, a su mujer Teresa Sancha y le envía la carta junto con algún presente. Un labrador solicita un juicio, Quiere casar a su hijo, feo y medio endemoniado, con una labradora también fea y maltrecha y le pide a S dinero para la dote. S lo corre a sillazos.

Capítulo XLVIII
DQ está seis días sin salir, curando las heridas del gato. A la noche entra alguien, cree que es Altisidora, pero es la dueña Rodríguez. Historieta de la dueña. DQ en la cama. Cuenta cómo enviudó y su bella hija fue burlada por un labrador joven y rico. El Duque no atiende sus quejas. Acusa a la Duquesa de tener dos desaguaderos en las piernas para los malos humores. Se abre la puerta, se apaga la vela, entra alguien (la Duquesa y otras) y le pegan ala dueña y pellizcan a DQ.

Capítulo XLIX
S dice comprender a jueces y gobernantes, los trabajos que tienen que soportar. Al fin cena algo y pide, más que manjares exquisitos, olla podrida, a lo que está más acostumbrado. Salen a hacer la ronda. Encuentran a dos peleando porque no le ha dado propina suficiente en una timba. S los expulsa de su ínsula y quiere cerrar los garitos de juego. Traen a otro detenido que huía de la justicia. Asegura que no le harán dormir en la cárcel. Historia de los dos hermanos disfrazados al contrario, para que ella conociera el mundo.

Capítulo L

Un paje va a llevar la carta de S y los presentes de la Duquesa a Teresa Panza. Encuentra a Sanchica que está lavando y le lleva a casa. Teresa, sorprendidísima por todo aquello (presentes y buenas nuevas) lo cuenta a las vecinas. Aparecen el cura y el bachiller Carrrasco, leen las cartas, pero ven algo raro. Todo parece chanza, pero los presentes son buenos y reales. Interrogan al paje pero no le sacan nada. Sanchica quiere irse con él a ver a su padre. El paje pide de comer para irse y el cura lo invita a su casa para hablar tranquilos. El bachiller se ofrece a escribir las cartas de respuesta pero Teresa no se fía y se las dicta a un monaguillo que lo hace por un bollo y dos huevos.

Capítulo LI
Amanece S después de la ronda, le dan de desayunar agua y poco más. Vuelve a juzgar casos. Puente, horca, decir la verdad; él resuelve, aunque “se siente más mostrenco que agudo”. Ante la duda, genuflexión. Recibe carta de DQ, donde se alegra de las noticias que tiene de su buen gobierno y sigue con más consejos y noticias (que está gateado) No pregunta por cómo lleva su penitencia desencantadora. Carta de contestación. S se queja del stress del gobernar y del hambre que pasa por el doctor, “como si no fuese mayor mal la flaqueza que la calentura”. “No he tocado derecho ni llevado cohecho”. Sigue dictando normativas para el buen gobierno de la ínsula, cosas tan buenas, que hasta hoy se guardan en aquel lugar. Las Constituciones del gran Gobernador Sancho Panza.

Capítulo LII
DQ pide licencia para irse de aventuras a Zaragoza. La Rodríguez y su hija se le echan a los pies a suplicar justicia. La hija está preñada y el padre, que prometió casarse, se llama andanas, y como es amigo del Duque, éste se limita a silbar en F.M. DQ acepta desfacer el entuerto. El Duque ofrece un duelo entre DQ y el padre de la criatura, pero cambiando al real por un lacayo suyo. Todos aceptan el reto y esta solución. Llega el paje que fue a ver a Teresa Panza, con cartas y bellotas. En la carta a la Duquesa pide ropa y dinero para poder ir a la corte. Abren también la dirigida a S donde expresa su sorpresa por la subida social de éste. Le cuenta los últimos chascarrillos del pueblo. Llega la carta de S a DQ, se lee también y se llega a poner en duda la sandez de S.

Capítulo LIII
En su séptima noche estaba S sin dormir por hambre, oyó campanas, voces, ruidos y tambores. Sale y le informan de que están siendo atacados. Le instan a que se arme, le ponen armadura y lo patean a modo, al no poder menearse. Siguen simulando la batalla y cuando se cansan, proclaman “victoria”. “No quiero despojos de enemigos, sino que un amigo me dé algo de vino”. Sin decir más, comienza a vestirse, va a por su rucio y se va. “Abrid camino, señores míos, y dejadme volver a mi antigua libertad. Más quiero gazpachos, recostarme a la sombra de una encina, con un zamarro en el invierno en mi libertad, que acostarme con la sujeción del gobierno en sábanas de Holanda y vestirme con mantas cebollinas” Le dejan ir entre abrazos y lloros.

Capítulo LIV

El duelo de DQ con el padre falso sigue adelante; el lacayo Tosilos es el elegido para competir. En el camino de vuelta S se encuentra con Ricote, un vecino que tuvo que ir al destierro por judío. Va con unos peregrino alemanes. Comen y beben y Ricote cuenta su vida. Le ofrece dinero por que le acompañe a recuperar su tesoro escondido. S lo rechaza al no ser él codicioso. De hecho, acaba de rechazar un gobierno. “He ganado el haber conocido que no soy bueno para gobernar si no es un hato de ganado. S le da noticias de su mujer e hija a Ricote y se despiden.

Capítulo LV
Con el retraso del encuentro, llega la noche y cae con rucio y todo a una sima de la que no puede salir. Recuerda lo bien que salió DQ de su cueva, pero él no tiene modo.
Amanece y se acomodan como pueden. Sigue una galería “a veces a oscuras y a veces sin luz, pero nunca sin miedo” DQ esa mañana sale al campo a entrenar para el torneo. Casi cae en la misma sima. Oye voces y va al castillo a por ayuda. Sacan a S, al que DQ había tomado por ánima, “nunca me he muerto en todos los días de mi vida”. Sale S muerto de hambre, descolorido y sin blanca, como debieran salir todos los gobernadores. S justifica ante los Duques su dimisión, renuncia a más ínsulas y opta por seguir a DQ. Abrazos generalizados.

Capítulo LVI
No quedaron arrepentidos los Duques de la burla hecha a S y menos cuando llegó el mayordomo y contó los pormenores de su gobierno. Se prepara el torneo entre DQ y Tosilos con toda la parafernalia. Al presentarse a los agraviados (la Rodríguez y su hija) Tosilos se enamora de ella (eros le ensarta una flecha) y por ello, al comenzar el duelo, éste ni se mueve y promete casarse. Al quitarse la celada se descubre que no es el padre, pero la hija acepta igual, con tal de casarse.

Capítulo LVII
Despedida de DQ y S de los Duques. “Lo de las bellotas no fue cohecho porque ya tenía yo el gobierno cuando las envió”. Abrazos y parabienes (y 200 escudos a S del
mayordomo) Altisidora salta con unas coplas maldiciendo a DQ, toda despechada, al que acusa de ladrón de ligas y tocadores. S reconoce lo de los tocadores, pero no lo de las ligas. Todos contentos y amigos y por fin parten camino de Zaragoza.

Capítulo LVIII
Elogio a la libertad al verse en campo abierto, libre de Altisidora y los agasajos en el castillo. “Venturoso el que sólo al cielo debe agradecer el pan que come”. S pone a buen recaudo los 200 escudos de oro que les dieron. Encuentro con grupo de labradores que llevan imágenes para un retablo. DQ pide verlos y los comenta (San Jorge, S. Martín, Santiago, San Pablo) como caballeros divinos del cielo. Comen y siguen. Denuesto a los agoreros. S se admira de la obsesión de Altisidora: ¿Qué pudo ver en usted? Cuanto más le miro, más veo cosas para espantar que para enamorar y, ¿no es la hermosura la primera y principal parte que enamora?”. ¿”Cuando el amor toma posesión de un alma, le quita el temor y la vergüenza”. Discurso sobre la belleza interior. Topan en el bosque con unas redes para cazar pájaros y con unas hermosísimas pastoras (damas jugando a pastorcillas), recitando a Garcilaso y Camoes con otros amigos. Han leído la 1ª parte del Quijote, les reconocen y les agasajan. Elogio del agradecimiento. Siguen camino. Se topan –con un encierro de toros con caballos, no se apartan y, claro, los arrollan, y aunque maltrechos, logran montar y seguir viaje.

José Luis Moreno.

Comentarios

  1. Aunque haces un resumen objetivo del texto, se aprecian algunas de tus interpretaciones y sugerencias y eso está muy bien

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