Don Quijote - Parte II - Capítulos 59 al 74 - José Luis

Capítulo LIX
Se refrescan y se asean en una fuente. Comen. “Come S, que yo nací para vivir muriendo y tu para morir comiendo”. DQ pide a S que se azote un poco, por lo del desencanto y S dice que tururú. Llagan a una venta, con mucha carta y pocas existencias. Oyen a través de una pared a unos leyendo el Quijote de Avellaneda. “El que ha leído la 1ª parte en estos disparates no puede encontrar gusto al leer” DQ interviene al oír que Dulcinea ya no es la mujer de sus sueños en el nuevo libro. DQ ojea el libro y deduce que el autor es aragonés e ignorante. Cenan con los caballeros lectores (Juan y Jerónimo) S cena con el ventero. Le preguntan por Dulcinea “está entera”, responde. Maldicen de Avellaneda. “Retráteme el que quisiere, pero no me maltrate, que suele caerse la paciencia cuando la cargan de injurias”. Duermen y al decir que van a Zaragoza, como en el Q de Avellaneda, deciden rodearla y seguir a Barcelona, para que se vea que yo nunca estuve en Zaragoza. S aconseja al ventero que alabe menos la provisión o la tenga más proveída.

Capítulo LX
Siguen seis días sin novedad. S se ha dado sólo cinco azotes. Se ofrece DQ a dárselos él y lo intenta mientras S duerme, pero ..”han de ser voluntarios”. Se revuelve S y da con DQ en tierra, inmovilizándolo: “con quien te da tu pan te atreves?” “Ni quito ni pongo rey, sino ayúdome a mi, que soy mi señor” El bosque donde están está lleno de ahorcados, que les dan con los pies en las cabezas. Al amanecer les rodean los bandoleros catalanes de Roque Guinart, quien ha oído hablar de DQ. Ve su locura. Llega Claudia Gerónima, hija de un amigo de Roque. Vicente Torrellas le prometió matrimonio, iba a casarse con otra, y Claudia le dio dos tiros “abriéndole puertas por donde envuelta en su sangre saliese mi honra”. Van donde el herido. Vicente se muere y Claudia se priva. Hasta Roque llora. DQ exhorta a los bandoleros a que cambien de vida. En esto, asaltan a un grupo que va por el camino. Roque se comporta como un bandolero bueno (les da salvoconductos para que no les asalten más) A un bandolero que protesta de su bondad le abre la cabeza. Manda carta a un amigo en Barcelona para que reciba a DQ (y se rían de él)

Capítulo LXI
Siguen tres días con Roque y luego parten a Barcelona. Ven el mar y las galeras. Les reciben con alborozo los amigos de Roque. Durante el paseo de la comitiva les meten al rucio y a Rocinante aliagas bajo el rabo, dando con los dos en tierra.

Capítulo LXII
Antonio Moreno se llamaba el caballero rico que los acogió, quien pensaba en cómo reírse de ellos (“cómo sin su perjuicio sacase a plaza sus locuras, porque no son burlas las que duelen, ni hay pasatiempos que valgan si son con daño a tercero”) Comen y cuentan sus historias para solaz de los concurrentes. Antonio le muestra la cabeza parlante. Lo pasean con un cartel: “Yo soy DQ”. Éste se admira de que le reconozcan todos. Baile a la noche hasta la extenuación. Otro día, van con unos amigos donde la cabeza parlante. (gracieta de niños) Visita a una imprenta. Crítica a la traducción: “Como ver un tapiz por detrás”. Está imprimiendo el Quijote de Avellaneda, “su San Martín le llegará como a cada puerco”. Van a ver las galeras.


Capítulo LXIII
Visita a las galeras (excusa para contar todo lo que sabía de barcos) DQ ofrece a S aprovechar los azotes a los galeotes para su cuenta. Navegación y ataque a un barco, un poco rara. Aparece Ricote en una confusa historia.

Capítulo LXIV
Sigue la confusa historia de Ricote y Ana Félix. DQ sale a pasear por la playa armado, se encuentra con el Caballero de la Blanca Luna (de nuevo el bachiller Carrasco), quien lo reta a duelo. Si es vencido, deberá volver a casa durante un año. DQ es derrotado y asume el castigo.

Capítulo LXV
Antonio Moreno sigue al Caballero de la Blanca Luna y Carrasco le explica todo el complot. Éste vuelve al pueblo. Antonio dice: “Dios os perdone el agravio que habéis hecho a todo el mundo en querer volver cuerdo al más gracioso loco que hay en él”, y perdemos también a S. Se recupera DQ, S se queja pero DQ dice que un año pasa rápido. Termina la historia rara de Ricote y su hija, sin abrazos, “porque donde hay mucho amor no suele haber demasiada desenvoltura”.


Capítulo LXVI
Salen de Barcelona, S a pie, porque el rucio lleva las armas, hasta que deciden colgarlas y ambos van sobre montura. Llegan a un lugar donde unos labradores están de fiesta.
Tienen un dilema que les plantean y S, con su experiencia de Gobernador, lo resuelve. (si el criado es así, cómo será el amo) Se encuentran con Tosilos, el lacayo del Duque, que al fin no se casó con la hija de la Rodríguez, recibió cien palos por no pelear y ella fue a un convento. Comen con él (no DQ) y siguen camino.

Capítulo LXVII
“A la sombra de un árbol estaba y allí, como moscas a la miel le acudían y picaban pensamientos” DQ indaga sobre Altisidora, S dice que son boberías. Se insiste sobre los azotes y S se zafa “es como si os duele la cabeza y os untais las rodillas”. DQ propone hacerse pastores. Quijótiz y Pancino. Muy bucólico y pastoril, claro. Lo extiende al bachiller, al cura y al barbero (Carrancón, Curiambro y Nicoloso) Información sobre el origen árabe de las palabras que comienzan por “al”. Siguen las elucubraciones sobre la vida pastoril. DQ achaca a S la utilización continua de refranes ¡con un refrán! Se defiende S: “El refrán que no viene a propósito, antes es disparate que sentencia”. Cenan mal y duermen al raso, añorando los palacios del Duque y de Antonio Moreno.

Capítulo LXVIII
A mitad de la noche, DQ despierta a S para que se azote, S dice que leches, DQ le echa en cara lo mucho que ha hecho por él. Nada. S exalta el dormir “Cuando duermo no tengo temor, ni esperanza ni trabajo ni gloria. El sueño es capa que cubre todos los humanos pensamientos, manjar que quita el hambre y la sed, aunque se parece a la muerte”. DQ se asombra del discurso. Oyen un fuerte ruido y para cuando quieren reaccionar, más de seiscientos puercos que eran guiados al mercado les habían pasado por encima. Llegó en tropel la extendida y gruñidora piara. DQ pasa el resto de la noche versificando. A la tarde siguiente, en el camino, les rodean diez hombres con lanzas. DQ maldice el no poder defenderse. En silencio, les conducen y al anochecer llegan ¡al castillo del Duque!

Capítulo LXIX
Entran al patio, está todo iluminado y en medio, un túmulo con Altisidora muerta. Les hacen sentarse, en silencio, junto a los duques y unos, al parecer, reyes. Los revisten de negro. Un mancebo recita que Altisidora murió por amor a DQ. Para intentar que resucite, se dicta que a S le hagan mamonas las dueñas, mas pellizcos y alfilerazos. S protesta, se cabrea y hace frente, por ser siempre el capacico las hostias. A mitad del cumplimiento, Altisidora se levanta. DQ se postra ante S e insiste en que ahora es el momento de darse los azotes. “Esto me parece argado (enredo) sobre argado y no miel sobre hojuelas”. Levantan el tinglado y se van todos a dormir. El espectáculo ha terminado.

Capítulo LXX
Se explica cómo los Duques, por medio del bachiller Carrasco, sabían que DQ volvía y le prepararon el show. Dice Cide Hamete “que tiene para sí ser tan locos burladores como los burlados, y que no estaban los Duques dos dedos de parecer tontos, pues tanto ahínco ponían en burlarse de dos tontos” Pregunta a Altisidora por el infierno. Llegó sólo a las puertas. Allá estaban los diablos jugando a la pelota, pero con libros, con el Quijote de Avellaneda, y ni los
diablos lo quieren. Comen y platican con los Duques y Altisidora. Contra los males de amor, trabajo (o deporte, según los padres jjss) Salen de nuevo al camino.


Capítulo LXXI
S se lamenta de que habiendo médicos que cobran por matar al enfermo, él paga sangre por curar a alguien. DQ insiste en los azotes. S accede y se aparta a un bosquecillo cuando llega la noche, pero pide pago en metálico por cada azote. DQ consiente y advierte: “Mira amigo, no te hagas pedazos, con calma”. Comienza, pero al sexto, se cansa y el socarrón, en lugar de a sus espaldas le daba a los árboles, acompañando de suspiros que parecían arrancarle el alma. Ante tanto entusiasmo, DQ le pide que lo deje. S sigue con tanto denuedo que había quitado la corteza a varios árboles. DQ le detiene, asustado porque se va a matar. “Que espere Dulcinea”. Siguen y dan con un mesón (que no castillo, ya que desde que fue vencido, andaba DQ con más juicio) DQ insta a S a que siga con los azotes a cielo abierto. S prefiere donde haya árboles, que le hacen compañía.

Capítulo LXXII
Llega al mesón Don Álvaro Tarfe, personaje de Avellaneda. Se presentan. D. Alvaro reconoce como más interesante a DQ y S que a los que él “conoció”. DQ le exige a D Álvaro una declaración jurada de que él no es el otro, lo que hacen ante el alcalde. Comen juntos y parten. A la noche, S acaba con su tarea de azotes. Al fin, divisan la aldea y S, en plan Papa, se arrodilla y dice: “Aquí vuelve tu hijo, si no muy rico, muy bien azotado” “abre los brazos a DQ que viene vencedor de sí mismo, según él me ha dicho” que es el mayor vencimiento que desearse pueda.

Capítulo LXXIII
Entran en la aldea. Les reciben con alborozo. Teresa se esperaba un Gobernador, pero
.. “Dineros traigo, ganados por mi industria y sin daño de nadie”. Cada uno a su casa. DQ propone al bachiller y al cura lo de hacerse pastorcillos. Lo más importante ya estaba hecho, los nombres. Le dicen a todo que si. El ama y la sobrina le cuidan y le acuestan. “Llevadme al lecho que me parece que no estoy muy bueno”.

Capítulo LXXIV
“Ya fuese por melancolía al verse vencido, ya por la disposición del cielo”, el caso es que está muy malito. Después de un sueño reparador se confiesa sano de mente. “Yo tengo juicio ya libre y claro sin las sombras caliginosas” de los libros de caballería. “Dadme albricias que ya no soy DQ sino Alfonso Quijano, el Bueno”. “Siento que me voy muriendo a toda prisa, traíganme confesor y escribano”. Se confiesa. Al salir, el cura informa de que efectivamente, se muere. Lloros. Testamento. Pide perdón a S por las locuras que ha debido soportar. “No se muera vuestra merced, porque la mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse morir sin más ni más, sin que nadie lo mate, sino la melancolía”.
Dio su espíritu. Quiero decir que se murió. “Morir cuerdo y vivir loco”.
Último ataque a Avellaneda. Reconfirmación de que no puede haber más salidas, para evitar terceras partes apócrifas. Vale.

José Luis Moreno.

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